Luis Alonso Gómez Oyuela
Cuando los juicios son dirigidos por hombres predispuestos en contra del acusado, sean estos ideológicos o religiosos, la balanza se inclina a favor del acusador y la justicia pasa a un segundo plano. Jesucristo fue sometido
a dos procesos irregulares, en horas no hábiles y bajo el sometimiento de sus enemigos. Ninguno diría que era
inocente, paradójicamente, Pilato llega a la conclusión que Jesús es inocente pero, temeroso de ser acusado por el mal manejo de la gobernación, prefi rió enviarlo a Herodes para su juzgamiento. La historia es repetitiva, la justicia se inclina al fuerte, al poderoso y se ensaña en contra del pobre y desvalido.
La narración de estos hechos los encontramos en los cuatro evangelios. Hubo dos procesos: ante el Sanedrín
que era el cuerpo colegiado de los judíos, y ante Pilato, el gobernador romano. Judea estaba sometida, y el Sanedrín no podía ejecutar una sentencia a muerte sin el consentimiento del gobernador romano. Hubo tres etapas en cada proceso, o sean seis por todas.
Primero. Ante Anas (Juan 18:12-24), cerca de la media noche. Caifás era el sumo sacerdote, pero su suegro Anas,
que había sido depuesto cerca del año 16 de la nueva era, todavía retenía a través de sus hijos la infl uencia y la autoridad del puesto. La familia se había hecho inmensamente rica por medio de las ventas comerciales en el templo. Sobre el sumo sacerdote de la nación hebrea descansa en primer término, la responsabilidad de la muerte de Jesús.
Segundo. Ante el Sanedrín, en casa de Caifás (Mateo. 26:57; Marcos 14:53; Lucas 22:54; Juan 18:24), entre la
media noche y el amanecer. Este fue el principal proceso judío. No pudiendo formular ningún cargo por medio de testigos, le condenaron acusándole de blasfemia con base a su propia afi rmación de que era Hijo de Dios. Luego, mientras esperaban el día, se burlaron de Él. Fue entonces cuando Pedro le negó. Siendo de noche, esta sesión era ilegal de acuerdo con la ley de ellos mismos.
Cuando los juicios son dirigidos por hombres predispuestos en contra del acusado, sean estos ideológicos o religiosos, la balanza se inclina a favor del acusador y la justicia pasa a un segundo plano. Jesucristo fue sometido
a dos procesos irregulares, en horas no hábiles y bajo el sometimiento de sus enemigos. Ninguno diría que era
inocente, paradójicamente, Pilato llega a la conclusión que Jesús es inocente pero, temeroso de ser acusado por el mal manejo de la gobernación, prefi rió enviarlo a Herodes para su juzgamiento. La historia es repetitiva, la justicia se inclina al fuerte, al poderoso y se ensaña en contra del pobre y desvalido. La narración de estos hechos los encontramos en los cuatro evangelios. Hubo dos procesos: ante el Sanedrín que era el cuerpo colegiado de los judíos, y ante Pilato, el gobernador romano. Judea estaba sometida, y el Sanedrín no podía ejecutar una sentencia a muerte sin el consentimiento del gobernador romano. Hubo tres etapas en cada proceso, o sean seis por todas.
Primero. Ante Anas (Juan 18:12-24), cerca de la media noche. Caifás era el sumo sacerdote, pero su suegro Anas,
que había sido depuesto cerca del año 16 de la nueva era, todavía retenía a través de sus hijos la infl uencia y la autoridad del puesto. La familia se había hecho inmensamente rica por medio de las ventas comerciales en el templo. Sobre el sumo sacerdote de la nación hebrea descansa en primer término, la responsabilidad de la muerte de Jesús.
Segundo. Ante el Sanedrín, en casa de Caifás (Mateo. 26:57; Marcos 14:53; Lucas 22:54; Juan 18:24), entre la
media noche y el amanecer. Este fue el principal proceso judío. No pudiendo formular ningún cargo por medio de testigos, le condenaron acusándole de blasfemia con base a su propia afi rmación de que era Hijo de Dios. Luego, mientras esperaban el día, se burlaron de Él. Fue entonces cuando Pedro le negó. Siendo de noche, esta sesión era ilegal de acuerdo con la ley de ellos mismos.
