Trabajo, dignidad y creatividad

MA
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5 de mayo de 2021
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01:22 am
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Trabajo, dignidad y creatividad

Infraestructura resiliente ante desastres

Álvaro Sarmiento

La OIT ha calculado que durante el año pasado, a raíz de la pandemia se han perdido 255 millones de empleos de tiempo completo y que las predicciones para este año 2021, apuntan a una pérdida global entre 90 y 130 millones de empleos. Según reportes de la Cepal de finales del año pasado, la crisis significó para Latinoamérica pérdidas de más de 47 millones de empleos. Este mismo reporte apunta a mayores efectos para los jóvenes, las mujeres y los inmigrantes. Seguramente estos números -agregados- suenen como cifras sin alma, pero al pensar en cada persona que perdió su fuente de ingresos, su capacidad de adquirir lo más elemental y si se trata de cabezas de familia, el dolor de tantas personas, familias, niños, ancianos, esta crisis se convierte en una “carga” moral para cada uno de nosotros.

El pasado primero de mayo, se conmemoró el Día Internacional del Trabajo, festividad de San José Obrero, ocasión que aprovechó monseñor Fernando Ocáriz, prelado del Opus Dei para publicar en varios medios de prensa del mundo, un artículo sumamente interesante, útil y actual “El trabajo del futuro: dignidad y encuentro”, comenta monseñor, Ocáriz “ante tantas situaciones personales rotas, el trabajo nos ofrece la oportunidad de progresar en otra de sus dimensiones: la capacidad de acogida y apertura a los demás. En la confluencia entre ruptura y acogida resurge la nostalgia de trascendencia, de ir más allá de uno mismo, de cuidar y ser cuidados, de ayudar y ser ayudados, primeras consecuencias del reconocimiento de la vulnerabilidad. Un trabajo en el que tengan cabida la dignidad y el encuentro se convierte en diálogo con uno mismo y con los demás. Presenta una finalidad compartida, despierta corrientes de entendimiento, colabora en pronunciar el “nosotros”, ayudando a superar diferencias y a la promoción del mutuo conocimiento”. Al leer estas palabras se me venían a la mente las actuaciones del personal de salud en nuestros centros hospitalarios, desde las enfermeras en cuidados intensivos, el personal de limpieza de ropa de cama, o el encargado de firmar documentos de defunción, cada una/o con la capacidad de ser bálsamo de ternura a una persona y familia en el peor de los momentos, también recordaba a mi primo el doctor Manuel Sarmiento R. caído en el frente de la batalla contra la covid-19. Cuántos santos de la puerta del lado, anónimos que jamás serán canonizados, pero que seguramente ya están en el cielo. Y continúa don Fernando “en la búsqueda de soluciones nuevas, porque no parece haber vuelta atrás, el amor a los demás impulsa la creatividad para encontrar esos nuevos caminos junto con los demás ciudadanos. No hay un único camino, sino muchos, pero guiados por el servicio, elemento integrante del bien común. En cualquier caso, la dignidad del trabajo está fundada en el amor”.

Seguramente lo más inmediato en este reto que se nos plantea, para quienes tenemos la bendición de un trabajo, es trabajar bien, poner nuestro mejor esfuerzo en hacer puntualmente y mayor perfección humana posible la labor diaria y al tratar a colegas, compañeros, subalternos, jefes, clientes, poner la mejor cara, una sonrisa, paciencia, comprensión. Por otro lado al emprendedor, gremios empresariales creatividad para crear nuevas oportunidades laborales y a los gobiernos y políticos, que tanto influyen en facilitar o complicar la generación de nuevos puestos de trabajo, un llamado a la propia conciencia, sabiendo que las propias acciones laborales y/o políticas pueden significar comida y dignidad en muchos hogares. ¿Y cuál es el secreto? Finaliza monseñor Ocáriz, parafraseando a San Josemaría “El trabajo nace del amor, manifiesta el amor, se ordena al amor”.

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