Bukele o las mañas de los absolutistas

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8 de mayo de 2021
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12:08 am
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Bukele o las mañas de los absolutistas

Esperanza para los hondureños

Por: Héctor A. Martínez
(Sociólogo)

“Nadie nace aprendido”, reza el refrán popular, y me acordé de esa máxima universal, precisamente cuando leía las noticias del fin de semana, entre las que se destacaban los “nuevos” ejercicios políticos del presidente salvadoreño Nayib Bukele, al destituir de un solo golpe al fiscal general de la República y a cinco jueces de la Sala de lo Constitucional por el hecho -según los “fans” de Bukele en el Congreso que, como en Honduras, son mayoría absoluta-, de boicotearle varias propuestas normativas para el manejo de la pandemia, casi todas relacionadas con regímenes de excepción. En su lugar colocó -no podía ser de otra manera-, a otras figuras que -no es difícil imaginar-, consentirán todos los caprichos que provengan del palacio presidencial. Como resultado de estas maromas absolutistas, Bukele habrá conseguido de un solo plumazo el control total de los poderes, sueño precioso de todo monarca constitucional del siglo XXI.

¿Quién le habrá enseñado a Bukele -pero también a algunos gobernantes centroamericanos-, esa mañas autoritarias que solo habíamos visto en las viejas dictaduras militares y en los gobiernos comunistas donde nada ni nadie podía llevarle la contraria al jefe máximo? Digo esto porque no es la primera vez que el “presi” salvadoreño le hace un caño a la democracia de su país para ver cumplidos sus caprichos “en favor de los intereses del pueblo”, como él mismo suele decir muchas veces. Hace algunos meses asaltó el Congreso junto a los militares, sentándose en la silla del presidente, desde donde llamó a la insurrección popular contra el Legislativo, solo porque no le prestaron una “plata” que necesitaba para un proyecto contra las maras. La intrusión fue un simbolismo, nada más, pues de simbolismos rebosan los discursos y los actos de los dictadores, legitimados bajo el parapeto retórico de la lucha por los “derechos de las mayorías”. Todas esas mañas las aprendieron, no de Maquivelo sino del mismísimo Goebbels, es decir, no es de gratis que varios teóricos en el mundo estén comparando los actos antidemocráticos como los sucedidos recientemente en El Salvador, como el inicio de una nueva era del fascismo latinoamericano.

Cuando los gobernantes como Bukele cometen este tipo de provocaciones que parecieran gozar del respaldo popular, entonces, por alguna extraña razón que nos remonta a la Alemania nazi de los 30, vemos con preocupación encenderse la llama de la exaltación colectiva, donde mucha gente, independientemente de su nivel educativo o ideológico, termina aplaudiendo las “bayuncadas” de los mandamases como si estuvieran en un concierto del famoso reggetonero Daddy Yankee. Hasta en las mejores familias retozan los “likes” en las redes cuando ven a sus líderes políticos despotricando contra los males heredados de los anteriores regímenes, principalmente con el tema de la corrupción y la pobreza. A decir verdad, a la gente no le importa si el político rompe las reglas democráticas o si se pasa entre las piernas las cartas magnas; lo que la gente exalta es la fanfarronada con aires de virilidad y de heroísmo tercermundista que destilan estos príncipes legitimados por el conteo final de votos, pero sedientos de poder y de supremacía ilimitada. Esta aberración democrática exuda seguridad temporal en los ciudadanos, abrigo defensor y hasta instaura un sentimiento de endiosamiento nacionalista entre quienes creen ostentar un presidente único en su especie y de carácter exportable.

¿Cuál es el peligro de que estas alteraciones democráticas que exhiben los sultanes del subdesarrollo como Bukele puedan influir en los gobiernos de la región centroamericana? En principio, el mal ejemplo de una incontinencia sin par para englobar a los poderes del Estado en uno solo, y enfilar las instituciones como las fuerzas armadas y la policía hacia los intereses de pequeños grupos cerrados; alterar el respeto institucional y poner en peligro la paz de la zona adyacente. Y otra cosa que nadie considera: detrás de todo el espectáculo circense, también se esconden designios geopolíticos de insospechadas intenciones. Solo es de seguir el hilo conductor de los acontecimientos y luego veremos.

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@Hector77473552

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