Un periodista que sigue publicando, a pesar de haberse quedado ciego

MA
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25 de mayo de 2021
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12:40 am
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Un periodista que sigue publicando,  a pesar de haberse quedado ciego

Alberto García Marrder
Miami, EEUU. Especial para “LA TRIBUNA”

Conozco muchos casos de heroísmo de colegas periodistas por su profesión.
Pero ninguno como el de un periodista hondureño que sigue publicando una columna semanal a pesar de haberse quedado ciego hace tres años y tener amputada una pierna por la diabetes.

Se llama Armando Cerrato y lo conozco desde hace casi 50 años, cuando los dos trabajábamos para la Agencia Centroamericana de Noticias ACAN-EFE. Él desde Tegucigalpa y yo desde Panamá.
Los dos cubrimos para esa agencia el demoledor huracán “Fifí”, en 1974. Él cruzando ríos desbordados en la costa norte de Honduras y yo en mula en una montaña para descubrir por qué la ciudad de Choloma había quedado soterrada de lodo.

Armando tiene ahora 73 años. Tras varias conversaciones telefónicas entre Miami y Tegucigalpa, puedo reconstruir su vida actual, llena de nostalgia por su intensa vida de periodista.

Armando con sus hijos y es-posa: Armando, Omar, César y Norma.

Publica una columna semanal en el Diario “LA TRIBUNA” de Tegucigalpa, gracias a que se la dicta a uno de sus tres hijos, todos universitarios. Se informa por la radio y por lo que le leen sus hijos o su devota esposa, Norma Mendoza Cruz.

Le anima mucho recibir llamadas telefónicas de sus excolegas periodistas. Quiere sentir que de alguna forma u otra, sigue perteneciendo al gremio.
“Armando no se rinde”, me comentó Germán Reyes, corresponsal de la Agencia EFE en Honduras, quien me alertó de su situación médica.

Cuando he hablado con él por teléfono, escucho una voz fuerte y muy animado. No lo dice, pero deduzco que no quiere que sientan lástima por él, tal vez sí, cierta empatía.
“Esta es la vida… vamos sobreviviendo”, me dice. Siento, eso sí, que es el que me quiere dar ánimo. Y no al revés.

Hace dos semanas, se cayó de su silla de ruedas por un escalón en su casa y se fracturó la mano derecha. Tiene una prótesis para la pierna amputada, pero no la puede usar.

Armando con sus nietos: Isa-bella, Luciana y André.

Tiene diálisis tres veces por semana y cuatro horas por sesión. Los familiares pasan apuros para trasladarlo al hospital. Tienen que desarmar la silla de ruedas y meterla en el maletero del auto.

Armando fue contratado por Zoilo Martínez de la Vega, gerente general de ACAN-EFE en 1973, como segundo del delegado, Juan Ramón Durán, en Honduras. Asumió como delegado en 1975, hasta 1989.
Fue profesor y director de la Escuela de Periodismo de la Universidad Autónoma de Honduras (UNAH).

Es uno de los fundadores del Colegio de Periodistas de Honduras (CPH), a finales de los años setenta.
El CPH le concedió el Premio Nacional de Periodismo Álvaro Contreras.
Trabajó también en los diarios “Tiempo” y “La Noticia”. Y fue jefe de redacción de “El Nuevo Día”, que solo duró siete años.

A mi amigo y excolega le quiero recordar una frase del filósofo romano Lucio Anneo Séneca: “No hay nadie menos afortunado que el hombre a quien la adversidad olvida, pues no tiene oportunidad de ponerse a prueba”.

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