LOS CONTRASTES

ZV
/
9 de diciembre de 2021
/
12:10 am
Síguenos
  • La Tribuna Facebook
  • La Tribuna Instagram
  • La Tribuna Twitter
  • La Tribuna Youtube
  • La Tribuna Whatsapp
LOS CONTRASTES

EL profesor rural de sombrero de paja de ala ancha sobrevivió el primer intento de destitución en el Congreso Nacional. La mayoría de diputados –76 votaron en contra, 46 a favor y 4 se abstuvieron– rechazó admitir a debate la “moción de vacancia por permanente incapacidad moral”, contra el presidente. En lo que toca al fortalecimiento del sistema jurídico político institucional, los peruanos son como candil de la calle y oscuridad de la casa. No hay gobierno que les dure o cabeza del Ejecutivo a quien no quieran destituir o meter preso. Uno tras otro, llevan unos seis mandatarios procesados, condenados, investigados o defenestrados por casos de corrupción. Alberto Fujimori renuncia por fax a la presidencia desde Brunei. Uno de ellos –Allan García– prefirió suicidarse –pegándose un tiro en la sien– antes que entregarse a las autoridades que allanaban su casa de habitación con una orden de captura.

Con la figura constitucional de vacancia por incapacidad moral permanente –que si no pega en la primera, puede pegar en la segunda– forzaron la renuncia de PPK, Pedro Pablo Kuczynski y sacaron a Martín Vizcarra. Los partidos de derecha la usan contra el actual presidente arguyendo que “no demuestra la capacidad de distinguir el bien del mal”. De momento se salva Castillo a quien las crisis lo persiguen desde los primeros días de su gestión. En medio de un clima de zozobra ha cambiado dos veces a su primer ministro y a la mitad de su gabinete. Uno de ellos –asociado a los grupos terroristas del Perú– impuesto por su padrino político de la ultra izquierda, con quien ahora rivaliza por el control del poder. Recién llegado pudo más la ideología. Pero rápido recapacitó que esa vía le cerraba las puertas al crédito y a la inversión internacionales. Después de sacudirse una buena parte del gabinete cediendo a las críticas de sectores más moderados, la tranquilidad apenas fue un suspiro. De pronto le revienta otro escándalo de supuesta injerencia del gobierno en los ascensos militares, seguido por uno más, relacionado con reuniones clandestinas –de las cuales no quedó registro, pero fueron filtradas en un video– fuera del palacio de gobierno. Esta vez la moción de vacancia no prosperó. Sin embargo, con la casa de gobierno asediada por los partidos de derecha y el cisma en su partido por el pulso de poder, esto solo es el comienzo. Son muy frágiles los apoyos con que cuenta en el Legislativo.

Esta debilidad institucional del Perú es lamentable. Pero son desgraciadas realidades que sirven para que otros abran los ojos. No solamente eso, sino de las que debe tomarse debida nota. Esta pandemia ha destartalado pueblos y naciones. Mucho más aquí, en estos pintorescos paisajes acabados, que ya se encontraban sumidos en una profunda crisis. El conflicto entre poderes del Estado es mal augurio, cuando más se requiere de gobiernos estables y capaces, posibilitados de tomar decisiones urgentes. Si sucede lo contrario el país no tiene forma de enfrentar con éxito la inmensa montaña de complicaciones que le han caído encima. La oposición es buena, –pero no esas oposiciones cerriles por escasa madurez política– como también lo es en la democracia el equilibrio de los pesos y contrapesos. Sociedades tan lastimadas esperan que haya cura a su mal. De la misma intensidad del dolor es la expectativa de encontrar el remedio. Es lo que los políticos no deben pasar por alto. (Aquí en lo alto –piensa el Sisimite– hay mejor perspectiva de los contrastes).

Más de Editorial
Lo Más Visto