LETRAS LIBERTARIAS: Estonia, o el pragmatismo económico

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25 de mayo de 2024
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12:54 am
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LETRAS LIBERTARIAS: Estonia, o el pragmatismo económico

Esperanza para los hondureños

Por: Héctor A. Martínez (Sociólogo)

Estando algunos meses en Tallin, la capital de Estonia, me di a la tarea de consultarles a los jóvenes empleados en cafés y restaurantes, si asistían a la escuela o a la universidad en ese momento. Todos afirmaron estar estudiando y trabajando simultáneamente; además, según me contaron, les asistía el derecho de ajustar sus horas laborales de acuerdo con el programa académico. Este beneficio, supe además, se consigna en un contrato laboral que debe respetarse de manera estricta, en vista de las penalizaciones que en ese país, como en toda la región báltica, suelen ser muy severas.

Trabajando bajo esta modalidad, estos jóvenes, lejos de ser marginados, disfrutan de las mismas prerrogativas laborales que sus colegas empleados a tiempo completo: vacaciones, salario mínimo y acceso a la seguridad social. Ningún patrono puede romper esas reglas, en ninguna circunstancia: El respeto por la legalidad es un pilar fundamental en la vida cotidiana de Estonia.

¿Por qué en Honduras, en lugar de fortalecer o implementar medidas pragmáticas que beneficien a la población, los políticos se enredan en interpretaciones legalistas y en marañas ideológicas, mientras los proyectos se empantanan en el Legislativo? En sociedades como la nuestra, donde la política supedita las demás áreas de la vida social, los intereses de los gobiernos casi nunca coinciden con las necesidades de la población. Si la aplicación de un decreto no es rentable en términos de votos, simplemente se ignora o se posterga, por perversidad política. Por provechosa que fuere, si una ley no beneficia a los grupos privilegiados, o no coincide con la línea ideológica del partido en el poder, su aplicación deberá postergarse, mientras el país se estanca en la miseria y el atraso.

En el escenario político hondureño, las decisiones, veteadas por el sectarismo y los intereses privados están erosionando la confianza de los ciudadanos en el sistema democrático que se desdibuja poco a poco.

Los estonios, que vivieron la amargura del socialismo soviético han expulsado los demonios burocráticos de las instituciones y han desterrado para siempre las estériles disquisiciones parlamentarias que solo conducen al fracaso. De hecho, un parlamento en linea, funciona de manera efectiva para tramitar propuestas de los diferentes sectores organizados.

Insistimos: las agendas particulares no deben entorpecer las decisiones económicas, sobre todo en un país donde campea la pobreza extrema, la inseguridad y el desempleo. Cada fallo que toma un gobierno, si responde más a los negocios de grupos que se parapetan detrás del poder, termina por agudizar el drama de la miseria.

Los países dirigidos por líderes inteligentes y patriotas -facultades y virtudes escasas en nuestro suelo-, cuando han superado exitosamente las crisis, es porque han tomado decisiones prácticas, con resultados inmediatos, mientras ordenan a largo plazo el sistema entero. Deng Xiaoping lo supo desde el primer momento, al igual que los líderes estonios: pragmatismo capitalista antes que politiquería; eso sí: sin tolerar la corrupción, la pasión más apreciada entre nuestros políticos.

Para alcanzar un verdadero estado de libertad y progreso, los derechos y las aspiraciones individuales deben equilibrarse con las necesidades de la sociedad en su conjunto, algo que los líderes estonios entendieron para refundar su sociedad. Es como lo pensaba Fichte: la libertad debe ser el reflejo de un orden armónico, entre el individuo y el Estado. Cuando los políticos hacen caso omiso a esta advertencia, las sociedades devienen en caos y miseria, desventuras que los hondureños conocemos muy bien.

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