Elecciones, prioridad número uno

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15 de octubre de 2021
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12:46 am
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Elecciones, prioridad número uno

Juan Ramón Martínez

Fuera de la defensa de la patria, ante una fuerza invasora, una nueva peste que diezme al 50% de la población en una semana; o ingrese un huracán que destruya todas las estructuras físicas, no hay otra prioridad para Honduras que, sus elecciones del 28 de noviembre. No estoy descubriendo el agua caliente. Hasta los más tontos políticos, incluidos los que pasean orgullosos sus oceánicas ignorancias, sobre todo, saben que la existencia del país, la supresión de las trabas que nos tienen paralizados, dependen de la capacidad de efectuar elecciones confiables, dentro de la ley, aceptadas democráticamente por los perdedores y avaladas por la comunidad internacional, a la que desafortunadamente estamos sometidos. Por supuesto, esta prioridad está subordinada a los recursos disponibles, a la austeridad básica que ordena la razón; y al reconocimiento que somos una nación de recursos limitados que, debemos usarlos con la mayor prudencia posible.

No todo, lo hemos hecho bien. Todavía algunos sueñan, cosa que todavía no logran, con facilitar lograr el golpe de Estado que permita la aspiración de votar una nueva Constitución que, a lo venezolano, permita refundar a Honduras, desde una nueva juridicidad que, según su juicio, más que la voluntad y las leyes económicas, determinara el futuro de Honduras. Otros, con voluntad de caudillos, juegan al gato y al ratón, poniendo tensos nuestros nervios. Aunque aparentamos que le hemos dado “al ladrón las llaves”, entregándole la dirección del proceso electoral a tres partidos, en realidad, están en manos de tres caudillos -Flores, Zelaya y JOH- cuyas voluntades nadie controla, porque nadie es más fuerte que ellos. Rixi Moncada y sus asesores; Paula Hall y sus consejeros y Kelvin Aguirre, y los suyos, son peones. No de los tres partidos a los que parecen representar, sino que, instrumentos de tres caudillos que han gravitado en la vida nacional, dentro de una perspectiva autoritaria y antidemocrática, como si fueran los dueños del país, los responsables que podamos dormir bien y levantaros al día siguiente, a trabajar por Honduras. Como este caudillismo es fruto de las debilidades, producto de la falta de una ciudadanía respetable, de una cultura democrática y de una educación cívica que ha sido descuidada, no tenemos otra alternativa que torear a estos caudillos, amarrarlos de las extremidades y llevarlos al fin del proceso que, nos permita cambiar las autoridades del Ejecutivo y el 27 de febrero de 2022, iniciar una nueva época para Honduras.

Casi hemos tocado fondo. Hemos comprometido como nunca la paz de la República con una reelección que ha puesto a prueba la existencia del país, convertido al gobierno en una instancia para el gozo y el enriquecimiento de unas pocas familias; y, permitido que los oficiales del gobierno, en vez de estar al servicio de los hondureños, como corresponden en un sistema democrático, están listos, para atender las instrucciones de los criminales, previa una paga como han demostrado los oficiales de la Policía, miembros de las XXXVI promoción, que transportaban drogas, comprometiendo el honor y enfangando la imagen de Honduras. Estas son realidades que tenemos que superar, si queremos garantizar la existencia del país, la felicidad de su pueblo y el sueño tranquilo para que las nuevas generaciones, evitando caer en la desesperación, emigren, hacia los Estados Unidos.
Por lo anterior, me permito pedirle -no a los partidos que no existen, como está demostrado que ni siquiera pueden rendir cuentas de los fondos públicos recibidos, porque hasta los que se presentaban como los más inmaculados de los políticos no son tales- a los caudillos, propietarios de esos grupos partidarios, que hagan un esfuerzo para controlar su sociopatía, sus egos desmesurados por un algunos momentos tan siquiera, y le permitan a sus peones en el CNE, la realización de unas elecciones confiables. El resto de los hondureños, ovejas partidarias y ciudadanos comprometidos con el futuro de Honduras, cuyo horizonte se verá comprometido si no se hacen las correcciones de las dos crisis que nos han afectado -la del 2009 y la del 2017-también tenemos que hacer algo para que las elecciones sean un éxito: implorarle a los tres caudillos mencionados que les estaremos agradecidos toda la vida, si colocan el futuro de Honduras, primero que sus infantiles y rurales vanidades, con las cuales quieren satisfacer sus sentimientos de públicas inferioridades.

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