Bitcoin y repercusiones en Honduras

ZV/17 de June de 2021/12:07 a. m.

Por: Álvaro Sarmiento
Especialista Internacional en Comercio y Aduanas.

El pasado 8 de junio la Asamblea Legislativa en la hermana República de El Salvador aprobó la Ley Bitcoin, una legislación que convierte esta “cripto moneda” como medio de pago de curso legal, y que posibilitará pagar –en teoría– impuestos o convertir préstamos inicialmente contratados en dólares a bitcoins.

Si se tratara de un país lejano desde el punto de vista geográfico o comercial, seguramente que este arriesgado experimento no pasaría de ser un dato curioso, un nuevo capítulo de una serie digna de Netflix, pero este no es el caso. La gravísima situación política en Nicaragua, que está lejos de mejorar, y la clara posición del presidente Bukele para enfrentarse a su principal socio comercial –los Estados Unidos de América–, por temas relativos a la democracia republicana, separación de poderes, visión sobre el tema migratorio y lo más candente, una orientación de política exterior que puede llevar a un acercamiento político arriesgado con China, nos deja claro que al menos dos de los tres países vecinos van a alimentar la inestabilidad económica, política de la región. Claro está, que Honduras con las elecciones generales y las serias acusaciones del presidenciable Nasralla, también tiene mucho que influir en estas condiciones de inestabilidad.

El Salvador es el segundo destino de exportaciones de Honduras, para el año pasado se reporta 337 millones de dólares, por delante de Guatemala, 317 millones. Es el quinto origen de importaciones, 531 millones para el año 2020. Definitivamente, no es irrelevante estar muy atentos a lo que pasa del otro lado de El Amatillo.

Para algunos analistas políticos, no tanto económicos, el tema de la Ley Bitcoin, es una “cortina de humo”, que hará olvidar acontecimientos como los sucedidos en pasado 1 de mayo y que buscan recuperar su perfil de presidente “cool”. No comparto esa opinión, más bien me parece una arriesgada estrategia política, que busca en el corto plazo disminuir los costos relativos a las transferencias de los salvadoreños que viven en los EUA, recordemos que más del 20% del PIB de ese querido país, proviene de las remesas. Asimismo, dar un salto, digamos que sustancial, al tema de bancarización para la gran mayoría de la población, que está muy alejada de oportunidad real de interactuar y ser clientes regulares del sistema bancario.

Seguramente el lector ha percibido que he abusado del término “arriesgado”, en esta columna, y no hago más que hacer eco de funcionarios del FMI, con quien El Salvador está negociando un acuerdo por 1,300 millones de dólares, en un momento donde ese gobierno necesita con urgencia recursos frescos. Le han recetado al presidente Bukele, que optar por el bitcoin puede implicar “significativos riesgos”, y le instó a hacer “un análisis muy cuidadoso”. No se trata de una broma ya que la criptomoneda ha tenido un comportamiento altamente inestable desde su nacimiento. La “estabilidad” normativa, operativa, política, es una de las condiciones requeridas para convertir a cualquier persona, familia, empresa, país, región en imán de inversiones. Las voces de alerta también apuntan al tema de seguridad informática, véase el reciente ataque informático a refinerías en Texas que desestabilizó al país más grande del mundo, estas cosas pasan, y para las criptomonedas su caja fuerte es la seguridad informática. Exportador hondureño no se preocupe por la moneda que utilizará en sus ventas a El Salvador, aquí ni Bukele podrá modificar la regla de negocios para el comercio internacional, bueno al menos en el corto plazo. Pero vale la pena estar atentos y evaluar los efectos positivos y negativos de este movimiento de ajedrez del presidente Bukele.

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