Ámbitos de exterminio

ZV
/
16 de octubre de 2020
/
12:06 am
Síguenos
  • La Tribuna Facebook
  • La Tribuna Instagram
  • La Tribuna Twitter
  • La Tribuna Youtube
  • La Tribuna Whatsapp
Ámbitos de exterminio

¿Vuelven los oscuros malandrines del 80?

Por: Óscar Armando Valladares

Desastres naturales, plagas calamitosas, conflictos implacables, accidentes de toda índole, han asolado el mundo, sin reparar en los perjuicios a la flora y fauna, en la devastación de bienes y centros culturales, impávidos ante el dolor que va dejando el exterminio.

¿Es que leyes, mandatos y designios a solas en concierto, movidos por una fuerza ineluctable están llamados a seguir esta carrera destructiva, al margen o como complemento del ciclo normal de nacer, crecer y morir? O acaso, los centros de poder, que dividen la tierra y las tierras, ¿implantan sistemas desiguales, controlan la riqueza, promueven eliminaciones periódicas y selectivas?

No. No de ahora es la presencia y los frutos de poderes aniquiladores. La Biblia -la santa Biblia- abunda en castigos masivos por desobediencias múltiples e individuales y prohibiciones inobservadas desde tiempos de doña Eva y don Adán. El propio Ser Supremo es, nada menos, que “Jehová de los ejércitos”. Moisés lo denomina “varón de guerra” y David “Dios de los escuadrones de Israel”, lo que implícitamente significa que Él -con su potencia y sabiduría- dirige al pueblo en sus batallas, y de la misma manera, expeditó el diluvio universal.

Las luchas religiosas, políticas y económicas de carácter ofensivo y defensivo, inundan -con la misma crudeza- las páginas de la historia. Europa, Asia, África y América fueron y son aún campos de conflictos violentos, ámbitos de exterminio, cuyos son estos ejemplos: la guerra del Peloponeso entre Esparta y Atenas; las expediciones -de las cruzadas- contra los musulmanes, que duraron por años; la insurgencia colonial contra España en América, Portugal en Brasil, Inglaterra en la India; las revoluciones en Francia, Rusia, México, China y Cuba; la invasión napoleónica a Rusia durante Alejandro I; las batallas independentistas de Bolívar, Sucre, San Martín, Morelos, Morazán, Martí; las hecatombes de 1914 a 1918 y de 1939 a 1945; el bombardeo atómico sobre Hiroshima y Nagasaki, el 6 y 9 de agosto, que provocaron la muerte de doscientos mil o más japoneses; la guerra civil española; los enfrentamientos de judíos y árabes; los emplazamientos de tropas foráneas en Gibraltar, Las Malvinas, Guantánamo; el apoderamiento de territorios palestinos por Israel; las represiones militares en Chile, Argentina, El Salvador, Guatemala; las intervenciones en Corea, Checoslovaquia, Libia, Afganistán, Siria, Irak; los bloqueos y embargos que cobran vidas humanas; la voladura suicida de las torres gemelas en Nueva York.

De insuficiente utilidad ha sido la función de organismos multilaterales y regionales -ONU y OEA, en especial-, creados bajo el supuesto de fomentar y preservar la paz, asegurar el principio de no intervención, promover la igualdad jurídica de los estados, dirimir disputas fronterizas, velar por el respeto y promoción de los derechos humanos. Las injerencias unilaterales y colectivas, han seguido su curso, igual que la ubicación estratégica de bases navales, portuarias y aéreas, en su gran mayoría de EEUU.

En correspondencia, los adelantos científicos y tecnológicos, los medios de comunicación, la industria cinematográfica y televisual, priorizan atender intereses del sistema dominante, produciendo ilimitado armamento letal -a cual más sofisticado-, y artilugios de inteligencia que propagan violencia virtual e ideologizada…

Durante la existencia de la Unión Soviética había una especie de mano a mano con el imperio del Tío Sam, en que los poderes disuasivos de una y otro “detenían” la tragedia de una guerra nuclear. Rusia, China y la República Democrática de Corea, rivalizan ahora con la potencia norteamericana. Y de nuevo emerge la amenaza y la confrontación derivadas del hecho, incómodo y sorprendente, de que el David coreano hable en términos atómicos. Las provocaciones verbales, de mutuo engolamiento, no parecen, sin embargo, ir más lejos afortunadamente, pues la ubicación geográfica del pequeño estado asiático -colindante con los paisanos de Corea del Sur- próximo al gigante chino y al insular Japón, no lo hacen blanco fácil -como en Hiroshima- del bombazo expansivo.

Una última puntada: innecesario es mostrar y demostrar en detalle las consecuencias del proceso de exterminio por el que pasa Honduras. El virus, las ZEDE (que buscan la disolución del Estado nacional), la violencia, la pobreza que diezma y la corrupción que estrangula, son ejemplos visualmente palpables. Y la identidad de los causantes también.

Más de Columnistas
Lo Más Visto